miércoles, 28 de marzo de 2012

QUE GRAN SOCIEDAD

QUE GRAN SOCIEDAD

Hubo una época en que para decir lo que se pensaba se usaba el recurso de hablar de lo que acontecía en un país imaginario, ni mucho menos se nombraba a España. Ahora el siglo de las libertades, en el que todo se ve bien y cada cuál puede ser como quiera y opinar sin repercusiones, resulta que no hay opiniones, ni espíritu de lucha, me refiero a la lucha de la razón, del intelecto, en ningún modo a la de la conflagración. En vez de cambiar lo que es erróneo, se  opta por callar y tratar de sobrevivir, es cierto que la crisis merma, en un principio, cualquier conato de rebeldía, el estomago vacío no tiene otro objetivo que comer y no ver a los tuyos sumidos en la miseria.
Estamos en momentos difíciles, en los que quizá la tecnología ha avanzado más allá de lo que daban de si los cerebros, en los que se han perdido las ansias de dejar huella del paso por la vida, sólo importa aplicar la ley del mínimo esfuerzo, pero viviendo bien.
Me explico, para independizarse hay que hacerlo con un piso, mínimo, de cien metros y nada de compartir, coche, por supuesto no de segunda mano,  tiene que ser nuevo y de alto gama, televisor de plasma de no menos 36 pulgadas, teléfono móvil de última generación, ordenador, mejor portátil, línea adsl, y un dinero extra para vivir la noche del viernes, seria mejor desde el jueves, al sábado, el domingo hay que dormir. Que no se olvide de la necesidad de viajar.
Lo que falla en ese planteamiento de vida es que no hay sueldo, en unos casos porque no se quiere trabajar, uno no se va a convertir en esclavo del sistema, y en otros porque no se encuentra trabajo, menos aún, horarios de  cuatro horas para tener calidad de vida, pero que paguen por ocho, y por supuesto si tengo una diplomatura o licenciatura, no importa mi falta de experiencia, que la empresa me forme pero a la vez que me pague un salario como si fuese objetivo de los cazatalentos.
Por ello lo mejor es seguir viviendo de los padres, pero eso si menospreciándoles, ya que sólo saben trabajar y cumplir con su obligación de mantenernos, nosotros no pedimos venir a este mundo, así que se fastidien.
Yo recuerdo otra juventud, ya lejos, en que protestábamos por todo, en que se luchaba por lo justo, en la que independientemente de lo que  los mandatarios existentes  querían imponernos, no lograban dominarnos y nos oponíamos sin mirar las consecuencias, en la que el respeto a los progenitores, porque es cierto que no pedíamos venir a mundo, pero seguro que la mayoría tampoco querían en sus momentos de pasión que vinieran hijos, era lo normal; simplemente porque si hay algo en esta vida que no tiene precio además de la salud es que te den amor.
La cultura era un privilegio no al alcance de todos, quizá por ello no importaba de que forma,  pero se lograba, claro que los sueños de futuro no eran  vender la vida en un programa de televisión, ni acostarse con cualquiera para decirlo ante millones de telespectadores, encontrar trabajo y demostrar una profesionalidad era el objetivo de todo esfuerzo.
En definitiva, que gran sociedad, parecen zombis, marionetas. Pero como siempre he sido una soñadora, sigo esperanzada en la reacción,  que se  valore que la vida no puede ser simplemente vivir por vivir, nadie es culpable de nuestros errores fruto de decisiones, de las libertades. La Existencia tiene que servir para algo, y  cuando ya no estemos, esa si que es una verdad irrefutable, tiene que haber  algo que consiga que seamos recordados, que vivir haya tenido sentido. La existencia no puede ser inútil y la miseria  ética y moral, eje central de lo que nos quieren vender como paradigma,  no es el la senda de la vida, su esencia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario